1947: la IV Internacional Contra la División de Palestina
PALESTINA
La Internacional N° 7 (julio de 2017)
Documentos de nuestra historia
Presentación
Dominique Ferré
Este otoño de 2017 marca el septuagésimo aniversario de la división de Palestina, consecuencia trágica del voto de la resolución de la Organización de Naciones Unidas (ONU), del 29 de noviembre de 1947.
La Internacional aprovecha la oportunidad para republicar dos documentos redactados por la IV Internacional en la época. El primero, el más conocido, intitulado “La División de Palestina”, es el editorial de la revista Cuarta Internacional (número noviembre-diciembre de 1947), la revista del Secretariado Internacional de la IV Internacional en ese entonces. El segundo documento, intitulado “Contra la división”, es un poco anterior al primero (septiembre de 1947). Se trata de un artículo en hebreo del boletín Kol Ham’ amad (La Voz de la Clase), editado y difundido en Palestina por el grupo que se presentaba por aquel entonces como la “sección palestina de la IV Internacional”.
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Las posiciones expuestas en estos dos documentos permanecieron, contra vientos y mareas, las posiciones de la IV Internacional sobre la cuestión palestina desde hace setenta años. Rechazo a la división y a la ingerencia imperialista y derecho incondicional del pueblo palestino a determinar su futuro; Asamblea Constituyente integrando a todos los componentes de la futura nación palestina con el objetivo de instaurar un solo Estado laico y democrático en todo el territorio histórico de Palestina. Esta posición es la nuestra y la hemos expresado en todas las etapas de la revolución Palestina. La hemos mantenido, nadando contra la corriente, cuando todos se alinean detrás de los pretendidos “acuerdos de paz” firmados en Oslo (1993)[1] a espaldas del pueblo palestino, bajo la égida del imperialismo norteamericano. Llevando hasta las últimas consecuencias la “lógica” de la división, los acuerdos de Oslo edificaron a una Autoridad Palestina substituta del Estado sin ninguna soberanía sobre el 22% del territorio de Palestina mandataria[2], hoy dividida entre por una parte Gaza, asfixiada por diez años de bloqueo y por otra parte, los bantustantes de Cisjordania, pequeños confetis de tierras palestinas carcomidas día a día por la colonización y los check-points militares.
Para resituar estos dos documentes en su contexto es necesario recordar las condiciones en las cuales fue realizada la división de Palestina. El retardo de la revolución proletaria mundial, cuya era fue abierta por la revolución de Octubre 1917, retraso debido, exclusivamente, a la traición de las viejas direcciones obreras (socialdemócratas y estalinistas) que ha conducido a la barbarie de la Segunda Guerra imperialista mundial. Barbarie imperialista que se manifestó, entre otras cosas, a través del exterminio de seis millones de Judíos de Europa por los nazis. Pero las conquistas de Octubre 1917 viven en la consciencia de las masas soviéticas, conduciendo en 1943, en Stalingrado a una primera victoria de los trabajadores sobre la barbarie. Stalingrado fue el punto de partida del desencadenamiento de una ola revolucionaria que se extendió sobre Europa y después en los imperios coloniales. Trabajadores y pueblos oprimidos, apoyándose en la victoria de Stalingrado trataron de liberarse no solamente del fascismo, sino también del que fue el terror: la explotación capitalista y el yugo colonial. Desde India hasta los Balcanes, desde Italia y Francia hasta África del Norte e Indochina, las clases obreras y los pueblos oprimidos atacan al viejo mundo de la guerra, de la explotación y del fascismo.
Será necesario todo el peso de la Santa Alianza contrarrevolucionaria sellada entre las potencias imperialistas que salieron vencedoras de la guerra (los Estados Unidos y un Imperio británico debilitado) y la burocracia estalinista en el poder en URSS para hacer retroceder la ola revolucionaria mundial. En nombre del pacto contrarrevolucionario sellado en Yalta y Potsdam, las agencias nacionales de la burocracia estalinista colocándose en primera fila del restablecimiento “del orden”. En Francia, Maurice Thorez, Secretario general del PCF, que al regresar de Moscú, exige el desarmamiento de las milicias patrióticas: “Un solo Estado, un solo ejército, una sola policía”, el del Estado burgués, que es necesario reconstruir pero de la mano con de Gaulle. Si la revolución fue efectivamente “confiscada” por aparatos y en primera fila el aparato estalinista, en Francia como en otros países de Europa arranca sin embargo conquistas capitales a una burguesía que corrió el riesgo de perder lo esencial: el poder. En Argelia –en ese entonces colonia francesa- los estalinistas tienen la osadía de denunciar como “agentes hitlerianos” a los militantes del Partido del Pueblo Argelino (PPA), que con las masas argelinas, se lanzan al ataque el 9 de mayo de 1945 en Sétif y Guelma: la represión colonial provocará decenas de miles de muertos. Si la Santa alianza no pudo evitar la revolución en Yugoslavia, los acuerdos entre Stalin y Churchill conducen al aplastamiento sangriento de los partidarios griegos dirigidos por el PC, que controlan de hecho lo esencial del país. El diputado y dirigente del PC británico, Gallacher, protestó en la Cámara de los Comunes contra el aplastamiento de los partidarios comunistas griegos por el ejército de Su Majestad. De manera irónica Churchill -contando con las garantías que Stalin le otorgó- le respondió: ¡“Atención Sr. Gallacher, la gente que habla como usted, en este momento en Moscú, son enviados a la cárcel”!
¿Y en las posesiones coloniales del Imperio británico, que estaban sin aliento, donde los pueblos tratan de liberarse de la opresión? “En el periodo que vivimos, escribían los militantes trotskistas palestinos en Kol Ham’amad, hecho de revoluciones sociales; de rebeliones de los pueblos sometidos, el imperialismo emplea métodos primordiales para ejercer su dominio: la represión despiadada y brutal (como en Indonesia, en Indochina y en Grecia) o bien desviar la lucha entre las clases suscitando conflictos entre naciones. El segundo medio es el más económico y el más seguro y permite al imperialismo permanecer entre bambalinas”. En India, como en Palestina, con la ayuda directa de la burocracia estalinista, el imperialismo norteamericano se ligará a las maniobras británicas de división, al mismo tiempo que “tomaba las riendas” ante el Imperio en cuesta abajo. En India la división de agosto de 1947 dividiendo al ex Imperio de las Indias sobre bases religiosas entre India por un lado y dos otras entidades “musulmanas” distantes de 1 600 kilómetros llamadas Pakistán occidental (el actual Pakistán) y el Pakistán oriental (que será el Bangladesh después de la guerra de liberación nacional de 1971), provocada por el desplazamiento forzado de doce millones de personas desarraigadas y un millón de muertos en los profusos linchamientos y enfrentamientos. El aparato estalinista de India –que había condenado el levantamiento de las masas de India en 1942- apoya la división. La IV Internacional y su sección de India, el Partido bolchevique-leninista de India (BLPI), se opuso.
En Palestina, “como en India, señala Cuarta Internacional, la división resultó ser el mejor medio para hacer derivar hacia aun combate fratricida la lucha de las masas árabes y la cólera de la población laboriosa judía”. En Palestina, el imperialismo se servirá de la tragedia de la exterminación del los judíos de Europa que tuvo lugar en el transcurso de la guerra para utilizar a sus fines una corriente reaccionaria y racista pero que hasta ese momento jugaba un papel secundario: el sionismo[3]. En el mismo momento en que centenas de miles de sobrevivientes de los “campos de la muerte” nazis tratan de huir de Europa, las potencias imperialistas cierran sus fronteras de Gran Bretaña, de los Estados unidos, de Canadá y de Australia con argumentos que los ideólogos racistas del Reich hitlerianos no reniegan. “Es el imperialismo que creó el problema de los refugiados de los campos de concentración cuando les cerró las puertas de todos los países”. Es el imperialismo el responsable del destino de los refugiados”, repiten hasta el cansancio con toda razón los trotskistas palestinos en su documento de septiembre de 1947. Como lo recuerda el editorial de Cuarta Internacional, la IV Internacional hace campaña en los Estados Unidos, en Gran Bretaña y en otras partes, para recibir incondicionalmente refugiados judíos en estos países. Lo cual las potencias imperialistas rechazan con el objeto – contando con la ayuda de los sionistas- de dirigir la emigración judía hacia un solo destino: Palestina. Es cierto que la ingerencia imperialista, lo “divide e impera[4]”, no es una novedad en el Medio Oriente, que ya ha padecido de los acuerdos secretos franco británicos de 1916, dice Sykes – Picot (diplomacia secreta que los bolcheviques revelarán en la Pravda, después de la revolución de Octubre), la Declaración Balfour por el establecimiento de un pretendido “hogar nacional judío en Palestina”, y el primer plan de división de Palestina previsto por los británicos en reacción a la importante huelga general palestina de 1936… Pero para imponer la división fue necesaria la despreciable utilización por los sionistas y el imperialismo de los seis millones de judíos asesinados por el nazismo para imponer la división.
Sin embargo no se puede responsabilizar únicamente a las potencias imperialistas por la división, o sobre su instrumento subsidiario, el sionismo. Nada hubiera sido posible sin la ayuda directa de la burocracia estalinista en el poder en la URSS (y accesoriamente la de los dirigentes de la social democracia, en particular los dirigentes del Labour Party británico, que jugaron perfectamente su papel de “lugartenientes obreros de la burguesía”). El historiador Henri Laurens, en un libro que es una referencia en la materia[5] recuerda así las circunstancias del voto de la ONU, luego de varias tentativas. “Las grandes potencias se ponen de acuerdo sobre la convocatoria de una sesión extraordinaria de la Asamblea General de la ONU con el objeto de estudiar la cuestión de Palestina. Una propuesta árabe solicitando que el orden del día sea la independencia de Palestina es rechazada (1 de mayo de 1947). A la sorpresa general, la delegación soviética se pronuncia por un Estado binacional en Palestina o, si esto no fuere posible, por dividir Palestina. (…) El 31 de agosto de 1947, la comisión publica su reporte. Recomienda a la unanimidad el fin del mandato y la independencia de Palestina; la minoría (India, Irán Yugoslavia) sugiere la creación de un Estado federal comprendiendo un Estado árabe y un Estado judío con Jerusalén como capital. El Alto Comité árabe[6] rachaza inmediatamente los dos planes. Lo sionistas apoyan el plan de dividir. El expediente es dado a conocer a la Asamblea General de la ONU. Los Estados Unidos y la Unión Soviética toman posición a favor de la división, la Gran Bretaña anuncia si intención de abstenerse y Francia duda: por un lado sus profundas simpatías son a favor del sionismo, pero por otra parte el peso de su Imperio musulmán (en primer lugar África del Norte) la conduce a la abstención. (…) El principal debate se plantea en la subcomisión de encuesta. Gracias a las presiones norteamericanas particularmente fuertes, varios Estados de América Latina modifican en el último momento se decisión de voto, provocando el 29 de noviembre de 1947 la aceptación de ese plan de división (es lo mismo para Francia que, luego de haber dudado vota a favor de la división)”.
Es en definitiva, el apoyo de la burocracia del Kremlin, en la continuidad de los acuerdos contrarrevolucionarios de Yalta y Potsdam, que fue determínate. Los trotskistas palestinos de 1947 tenían mil veces razón de denunciar la actitud del Partido Comunista de Palestina (es decir el partido estalinista que pronto, él mismo, iba a escindirse sobre una base étnico-religiosa, a partir del “modelo” de la división), al escribir en Kol Ham’amad: “El (el PC) espera, parece ser, una solución “justa” por parte de las Naciones Unidas. De todos modos él continúa teniendo ilusiones en las Naciones Unidas y, en este sentido, él ayuda a camuflar y a aplicar los planes del imperialismo”. ¿Cuántas veces se ha escuchado, desde 1947, que se debería recurrir a la ONU para hacer respetar los derechos nacionales del pueblo palestino?
¿Cuántas veces, cuando es precisamente en el marco de la ONU que el acuerdo fue sellado entre el imperialismo y la burocracia estalinista para tratar de estrangular las legítimas aspiraciones nacionales del pueblo palestino? Señalemos por otra parte que estos llamados a remitirse “a las resoluciones de la ONU” ya no son desde 1947, el monopolio de los estalinistas. Han sido repetidas inclusive por los renegados del trotskismo (pablistas, etc.) y también por la mayoría de la propia dirección Palestina. Pero ayer como hoy, remitirse a la ONU implica “camuflar y a aplicar los planes del imperialismo”.
No es aquí el lugar para contar la historia de lo que sucedió después del voto de la ONU de noviembre de 1947: la Nakba[7], el exilio, la opresión nacional, las guerras de 1948, 1956, 1967, y 1973, los pretendidos “planes de paz” hasta el de Oslo (1993). Digamos simplemente que de los “dos Estados” que estaban previstos por el plan de división de la ONU, sólo uno –el Estado de Israel– vio el día, como Cuarta Internacional lo había previsto: “La creación de un Estado árabe independiente en Palestina es muy improbable”. En primer lugar porque “el rey Abdallah de Transjordania, el agente n° 1 de la City de Londres en el mundo árabe, podría muy bien lograr integrar el este de Palestina en su reino” (Cuarta Internacional). Es lo que se producirá efectivamente. La IV Internacional, desde 1947 alertaba, con toda razón, contra los falsos aliados del pueblo palestino: “Los efendis[8] y los agentes imperialistas, (…) las maniobras de las burguesías egipcia y siria”, en dos palabras, los regímenes árabes reaccionarios. Palabras premonitorias. Pues las ilusiones mortales sobre “la ayuda” que los regímenes árabes de la región (sin excepción), podían aportar a la revolución palestina estuvieron al origen de derrotas sangrientas y de traiciones, de “Septiembre negro” en Jordania a los acuerdos de Camp David entre el Egipto de Sadat e Israel, pasando por el reforzamiento de la frontera israelita en la meseta del Golán por el régimen sirio de Assad. Por lo que respecta la dirección palestina, incluidas todas las fracciones, acabará por renunciar, en 1988, luego a través de los acuerdos de Oslo en 1993 y después a través de la Carta Nacional Palestina cuyo objetivo era la liberación de toda la Palestina para establecer en ella un Estado cuyos ciudadanos, de cualquier religión, tendrían igualdad de derechos. Al renunciar a la Carta Nacional reunió a todas las fracciones de la dirección palestina incluso, fuera de la OLP, el Hamas que e 1 de mayo de 2017 se pronunció oficialmente por un “Estado en las fronteras de 1967” (es decir Cisjordania ay Gaza). Por lo tanto, no existe una “tercera vía” posible entre un Estado laico y democrático en el que judíos musulmanes y cristianos serían iguales”, declaraba en febrero 2017 Saëb Erakat, de la dirección palestina… para inmediatamente descartar esta “única alternativa”, que supone la ruptura con el imperialismo, que él no desea. Pero la revolución palestina procede de la voluntad ininterrumpida del pueblo palestino a para establecer una nación en el territorio histórico de Palestina. Su motor es la voluntad inquebrantable de millones de refugiados y de sus descendientes a reivindicar su derecho al regreso. A pesar de las derrotas y las traiciones, la revolución palestina esta viva, pues el pueblo palestino no ha renunciado a sus derechos nacionales. Y porque desde 1947, esta se levantó contra el acuerdo de la cumbre entre el imperialismo y la burocracia estalinista, ella fue, es y seguirá siendo una palanca de la revolución mundial.
En cuanto al Estado de Israel, este se estableció en 1948 en el marco de la división. Desde 1948 hasta la fecha, él obedece a la “lógica” que los dirigentes sionistas siempre han previsto: la tentativa permanente de expulsión y exterminio del pueblo palestino. La que explicaba desde 1940 Joseph Weitz[9], jefe de la agencia de colonización sionista en Palestina: “Dicho sea de paso, hay que ser claros sobre el hecho que no hay lugar para dos pueblos juntos en este país. No lograremos realizar nuestros objetivos si los árabes se quedan en este pequeño país. No existe otra forma salvo la de transferir a los árabes hacia los otros países vecinos –todos los árabes. No debe quedar ningún pueblo, ninguna tribu”. Pero este Estado, que Cuarta Internacional calificaba de “Estado miniatura”, de “peón de las grandes potencias para sus maniobras en el mundo árabe”, no puede ser otra cosa salvo un factor de exterminación del pueblo palestino, como tampoco podía ser otra cosa salvo una trampa para los judíos. “La trampa que constituye Palestina para los judíos, según las palabras de Trotsky, acaba de cerrarse” y Cuarta Internacional señala que su creación “cuyo objetivo era erradicar el antisemitismo en el mundo, fue saludado por la irrupción de una ola de pogromos salvajes en Aden y una nueva ola de antisemitismo en el mundo”. El sionismo logró la hazaña de reconstituir el “ghetto” cuando la lucha secular democrática de los judíos oprimidos reivindicaba la igualdad de derechos como medio de emancipación política. Setenta años después, “el Estado miniatura” vive solamente de la perfusión de la ayuda financiera y militar del imperialismo norteamericano. ¡En 2013, el periódico israelita Haaretz[10] estimaba en 233,7 billones de dólares –teniendo en cuenta la inflación- el total de las ayudas militares y económicas proporcionadas por los Estados unidos a Israel desde 1948! Al abrir desde 1947 la perspectiva de la Asamblea Constituyente palestina (integrando todos los componentes de la futura nación palestina) Cuarta Internacional señalaba correctamente que la condición por un combate común de las masas árabes y de la población laboriosa judía en Palestina, es la de adoptar “sin ambigüedades la posición contra la división del país y estableciendo un Estado judío”. Es el viejo adagio de Marx: “Un pueblo que oprime a otro no podrá ser un pueblo libre”. Los judíos emigrados a Palestina no pueden esperar devenir ciudadanos palestinos iguales a sus hermanos árabes salvo si ellos renuncian al estatuto de colonos privilegiados, es decir, que si se opera “la ruptura de amplias masas (judías –ndlr), con el sionismo criminal”.
Justo antes de la división, de la Nakba y de las tragedias que van a sacudir la región, se encuentra, a pesar de todo, en estos materiales, la formulación de una perspectiva positiva para las masas. Corriente minoritaria del movimiento obrero (y en la época, perseguida físicamente por el estalinismo en las cuatro esquinas del planeta), la IV Internacional reivindicaba no obstante colocarse “a la vanguardia del combate contra la división, por una Palestina unida e independiente, en la cual las masas determinarían soberanamente su destino a través de la elección de una Asamblea Constituyente”.Desde hace setenta años los “realistas” de todo pelaje acusan esta posición de “Utopía”, “carente de realismo”.
Recordemos lo que se les respondía nuestro compañero Pierre Lambert, en París en 1982, durante un mitin del Partido Comunista Internacionalista (PCI), después de la matanza de refugiados palestinos en los campos de Sabra y Chatila en Líbano: “Para que pueda existir esta nación palestina, que es la única vía de progreso y de paz en esta región del mundo, es necesario entonces combatir por la Constituyente palestina, una Constituyente que determinará los derechos iguales y los deberes de cada uno de los componentes, judío y árabe, en una sola nación. Esta es la razón por la cual estamos contra el Estado de Israel. Nos han alegado, nos han dicho desde hace años: eso es una utopía. Compañeros, los realistas, todos esos que nos han explicado que nuestra posición y nuestro combate eran utópicos, ¿A dónde han conducido a los pueblos? ¿A dónde conducen hoy esta región del mundo en donde se desencadena el fuego, las matanzas, à la indigencia? ¡NO! No existe otra salida salvo la salida democrática y la salida democrática que solo puede conducir a la paz en esta región pasa a través de la desaparición del Estado de Israel, pasa a través de la Constituyente palestina, edificando la nación palestina con sus dos componentes. Compañeros, todos los planes, todas las soluciones que no partan de esta solución democrática no tienen otras realidades que las matanzas a repetición. Hubo la guerra en 1948, hubo la guerra en 1956, hubo la guerra en 1967, hubo el “Septiembre negro” en 1970, ese Septiembre negro que vio al rey de Jordania utilizar a las fuerzas que el imperialismo norteamericanote había proporcionado para aplastar o tratar de aplastar a los palestinos. Hubo la guerra en 1973, hubo Tel-el-Zaatar[11] en 1976. El mantenimiento del Estado de Israel sólo puede conducir a la guerra. Los realistas dicen que es una utopía la lucha por la nación palestina, no obstante es la lucha del proletariado internacional, la lucha solidaria de los pueblo que da la pauta de la libración nacional y de la emancipación, porque es la lucha revolucionaria de os pueblos de Oriente Medio, de la que la evolución palestina es la punta avanzada. Lo repito, porque nosotros somos internacionalistas, estamos por el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos y porque estamos por el derechote los pueblos a disponer de sí mismos que decimos: ¡El Estado de Israel debe desaparecer! (…) Nosotros lo decimos, el enfoque democrático no solamente aporta la verdadera solución a los problemas que se plantean en esta región del mundo, sino que por ser la solución democrática, ella sola puede preservar las tradiciones democráticas milenarias del pueblo judío, Israel nació en negación de la cultura judía. Sharon, Begin, son los sepultureros. Oprimidos desde hace miles de años, los judíos han adquirido y han conquistado una tradición. El Estado de Israel opresor se levanta contra esta cultura y estas tradiciones. Con el Estado de Israel es la incultura, la peor reacción, la utilización de milicias fascistas. Begin, Sharon son lo sepultureros de estas tradiciones, el Estado de Israel es la negación. Compañeros, a esos, y nosotros lo comprendemos, que recuerdan el holocausto organizado por los nazis, les decimos: el cuerpo destripado de un niño judío del ghetto de Varsovia no puede tener un precio más grande que el cuerpo destripado de un niño palestino o libanés de Tyr, de Saïda o de Beirut. El crimen de unos no escusa el crimen de otros”.
— 15 de julio de 2017.
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Documentos
La división de Palestina
Editorial de Cuarta Internacional (noviembre – diciembre de 1947)
Luego de que los “tres grandes” llegaron a un acuerdo concerniendo la división de Palestina, el voto en la Naciones Unidas era sólo una formalidad. El imperialismo británico se retira de Oriente Medio hacia una segunda línea de defensa comparable a lo que fue hecho con la división de India. En el seno de los dos Estados, el judío y el árabe, la Gran Bretaña preserva lo esencial de sus posiciones económicas y financieras. La Legión Árabe del hipotético Estado árabe y la Haganah[12] operaron en estrecha concertación con el ministerio de la Guerra británico, como fue el caso de los hindúes y musulmanes en India. Y, como en India, la división resultó el mejor remedio para hacer desviar hacia combate fratricida la lucha de las masas árabes y la cólera de la población laboriosa judía.
Las maniobras del imperialismo británico se hicieron necesarias debido a la disminución de sus recursos. Obligó a los imperialistas a reducir sus “compromisos internacionales” con el objeto de economizar tanto el dólar como la fuerza de trabajo y el armamento. Esto es incluso presentado de manera más hipócritamente en el caso específico de Palestina. De hecho, la creación de un Estado árabe independiente en Palestina es muy improbable. Por esta asno el rey Abdallah de Transjordania, el agente n° 1 de la City de Londres en el mundo árabe, podría fácilmente integrar el Este de Palestina en su reino y realizar así la primera etapa de la formación del imperio de la Gran Siria, objetivo final de su dinastía y de la burguesía británica en Oriente Medio. Londres continuará reinando sin que esto le cueste el mínimo penny al contribuyente inglés. El único pueblo que sufrirá será efectivamente el propio pueblo palestino.
Para el imperialismo norteamericano, como para la burocracia soviética, aceptar la división significa sobre todo la liquidación del mandato británico y la apertura de lucha para heredar las posiciones abandonadas. El Kremlin se felicita de la apertura de un periodo de disturbios en Oriente Medio., durante los cuales él hará lo mejor que pueda para debilitar las posiciones inglesas y preparar su propia penetración, ya sea bajo cobertura de una “comisión mixta de la ONU” o de una “tutela de los Tres Grandes” sobre Jerusalén. El imperialismo norteamericano se encuentra confrontado en Palestina, como anteriormente en Grecia, al problema de encontrar una solución de recambio a la tutela imperialista que los británicos ya no pueden asumir. Luego de la evacuación de las tropas inglesas, la Haganah será la única fuerza militar disponiendo de material moderno, una fuerza extranjera al mundo árabe y que servirá en caso necesario para combatir una insurrección autóctona o una amenaza rusa sobre los recursos petrolíferos. Por lo tanto, a partir de ahora, no deberíamos sorprendernos si el imperialismo norteamericano, ya sea formando una “Liga judía”, o financiando una, trate de tener una influencia predominante sobre el Haganah y hacer de él el instrumento de su política en Oriente Medio. Pero no obstante, es evidente que un Estado judío, como el movimiento sionista que lo precedió, no es considerado por las grandes potencias como un peón de sus maniobras en el seno del mundo árabe. Un tal Estado, lejos de recibir una “protección” abierta y permanente de cualquiera de estas potencias, seguirá estando en posición precaria e incierta y para su población se abrirá un periodo de privaciones, de terror y de terrible tensión, que solamente será más aguda a medida que se desarrollen las fuerzas que luchan por la emancipación del mundo árabe.
La división de Palestina y el derrocamiento claro de las posiciones sionistas frente al imperialismo británico –incluyendo las de la mayor parte de los extremistas- dieron un golpe mortal a todas las teorías impresionistas que florecieron con las bombas de Irgún (Organización Militar Nacional en la Tierra de Israel –ndlt). La solidaridad fundamental de la Haganah e incluso del Irgún con el imperialismo y contra las masas árabes fue demostrada de la manera más evidente. El carácter criminal del sionismo aparece claramente en el hecho que gracias a su papel reaccionario, los primeros movimientos de las masas árabes a favor de una Palestina unida e independiente son dirigidos contra la población judía y no directamente contra el imperialismo. Los tres jefes reaccionarios del Comité árabe por la Palestina tuvieron así la oportunidad de mejorar su imagen derramando la sangre de los desdichados judíos que fueron víctimas de la política sionista.
Los dirigentes sionistas en todo el mundo festejaron la proclamación del Estado miniatura como una gran victoria. ¡Error miserable! La trampa que constituye Palestina para los judíos, según las palabras de Trotsky, acaba de cerrarse.
Sin un cambio radical de la situación mundial y sin retroceso del sionismo entre el movimiento obrero judío de Palestina, la exterminación completa del pueblo judío durante la erupción de la revolución árabe será el precio a pagar por los judíos por el triste éxito de Lake Sucess[13]. Y por una ironía amarga de la Historia, el establecimiento de un Estado judío independiente, que según los brillantes teóricos sionistas, suponía la erradicación del antisemitismo en el mundo, fue saludado por la erupción de una ola de pogromos salvajes en Aden y una nueva ola de antisemitismo en el mundo.
La posición de la IV Internacional respecto de la cuestión palestina continua siendo tan clara como en el pasado. Estará a la vanguardia del combate contra la división, por una Palestina unida e independiente, en la cual las masas determinen soberanamente su destino a través de la elección de una Asamblea Constituyente. Contra los efendis y los agentes imperialistas, contra las maniobras de las burguesías egipcia y siria que tratan de desviar la lucha por la emancipación de las masas en lucha contra los judíos, llamará a la revolución rural, a la lucha anticapitalista y antiimperialista, que son los motores esenciales de la revolución árabe. Pero para que tenga éxito sólo puede realizar este combate tomando posición, sin ambigüedades contra la división del país y el establecimiento de un Estado judío. Más que nunca es tiempo de llamar a las masas trabajadoras de los Estados unidos, de Gran Bretaña, de Canadá y de Australia, al pueblo trabajador de cada país a luchar por la apertura de las fronteras de sus respectivos países a los refugiados, a las personas desplazadas, a todos los judíos que deseen emigrar, sin discriminación. Solamente si realizamos seria, electamente y con éxito este combate que podremos explicar a los judíos por qué no hay que caer en la trampa palestina. La terrible experiencia que espera a los judíos en el Estado miniatura crea al mismo tiempo las premisas de la ruptura de las amplias masas con el sionismo criminal. Sin tal ruptura no se Realia a tiempo, el “Estado judío” se derrumbará en la sangre.
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¡CONTRA LA DIVISION!
Publicado en hebreo en la revista Kol Ham’amad (La Voz de la clase) – septiembre de 1947
Los miembros de la Comisión de las Naciones unidas hicieron prueba de “comprensión” e hicieron “un magnífico trabajo en un plazo muy corto”. Es así como Golda Meyer, representante de la Agencia judía, aportó su apoyo a la propuesta de división. La mayoría de los partidos sionistas estaban de acuerdo con ella, salvo algunas reservas concerniendo las “formas” que adoptaría esta solución.
El ministro norteamericano de Relaciones Exteriores, Marshall, él también expresó su acuerdo. No obstante se sabe que la suerte de los pueblos perseguidos habitualmente no se encuentra en la primera fila de las preocupaciones del ministro norteamericano de Relaciones Exteriores. Por lo cual su reacción podía causar algunas inquietudes entre los que creían que la Comisión de las Naciones Unidas estaba animada de buenas intensiones.
¿Qué dan las propuestas de las Naciones Unidas a los Judíos? De entrada se observa: una cuota de inmigración de 150 000 personas; la independencia política; aproximadamente dos tercios de la tierra de Palestina, tres grandes puertos y prácticamente toda la costa. Es mucho más de lo que se arriesgaron a solicitar los miembros más optimistas de la Agencia judía.
¿Tal “comprensión” y tal amabilidad, no son un poco sospechosas? ¿Por qué los representantes de Canadá, de Holanda, de Suecia, que tienen lazos estrechos con las potencias anglosajonas votaron por esta propuesta? ¿Y por qué los representantes de Guatemala, Perú y Uruguay, que reciben sus órdenes de Washington votaron por? Todos los periódicos sionistas o semi-sionistas (los órganos del Partido Comunista de Palestina) rechazaron plantar esta cuestión. Y evidentemente ellos no respondieron.
Pero es justamente la cuestión determinante. Más que el contenido de la propuesta, son las motivaciones de esos que la planearon que son importantes. ¡No nos equivoquemos! Detrás de los países “neutrales” –por utilizar los términos empleados por Marshall- se encuentran las potencias que tienen un interés capital en esta cuestión. Los cálculos sobre los cuales se basa propuesta de la división son exactamente los mismos que los que precedieron la división de India.
¿Cuáles son estos cálculos? En el periodo que vivimos, hecho de revoluciones sociales y de rebelión de los pueblos sojuzgados, el imperialismo emplea dos métodos principales para ejercer su dominio; la represión despiadada y brutal (como en Indonesia, en Indochina y en Grecia), o bien desviando la lucha entre las clases sucintando conflictos entre naciones. La segundo método es el más económico y el más seguro y permite al imperialismo permanecer entre bambalinas.
Hasta la fecha, el imperialismo utiliza con éxito este método “dividir para reinar” en este país utilizando a la inmigración sionista como factor de división. De tal manera, él crea tensiones nacionales, lo cual en gran medida permitirá dirigir contra los judíos la cólera creada por el imperialismo entre las masas árabes de Palestina y de Oriente Medio. Pero recientemente este método ha resultado menos eficaz. A pesar de la tensión nacional se ha desarrollado en el país una clase obrera árabe fuerte y combativa. Un nuevo capítulo de la historia de Palestina se inició cuando los trabajadores judíos y árabes colaboraron en huelgas de larga duración para forzar a los explotadores imperialistas a hacer concesiones. Y el fracaso de la última tentativa para provocar a los habitantes de Palestina con el objeto de que se entre maten dio una nueva lección a los imperialistas. Ahora sacaron sus conclusiones: ¡si se niegan a combatir entre ustedes, vamos a ponerlos en una posición económica y política tal que ustedes van a verse forzados de hacerlo! Este es el verdadero contenido de la propuesta de división.
¿Quizás la propuesta de división concretizará el sueño de independencia política de pueblo judío? Esta “independencia” se reducirá a escoger de una manera “libre” e “independiente” entre dos posiciones: ya sea morir de hambre, o venderse al imperialismo. El comercio extranjero –importaciones y exportaciones” queda bajo el control del imperialismo. Los sectores claves de la economía –el petróleo, la electricidad y los recursos mineros- quedan entre las manos de los monopolios extranjeros. Y las ganancias continuarán llenado los bolsillos de los capitalistas extranjeros.
Un mini Estado judío en el corazón del Oriente Medio puede ser un excelente instrumento entre las manos de los Estados imperialistas. Aislado de las masas árabes, este Estado estará sin defensa y y totalmente a la merced de los imperialistas. Y lo utilizarán para confortar sus posiciones al mismo tiempo que dan la lección a los Estados árabes al hablar del “peligro judío” –amenazando con lo que representan las inevitables tendencias expansionistas del minúsculo Estado judío. Y un día, cuando las tensiones alcancen su nivel más álgido, los “amigos” imperialistas abandonarán al Estado judío a su suerte.
La “independencia política” será igualmente conferida a los árabes. La división conducirá a la creación de un Estado árabe feudal atrasado, une especie de Transjordania, al oeste del Jordan. De tal suerte esperan aislar y paralizar al proletariado árabe en la región de Haifa, centro estratégico en el que se encuentran las refinerías de petróleo y también dividir a los trabajadores de Palestina e impedir la lucha de clases.
Es el imperialismo que creó el problema de de los refugiados de los campos de concentración cuando él cerró las puertas de todos los países. Es el imperialismo que es el responsable de la suerte de los refugiados. El imperialismo no es una empresa filantrópica. Cuando da un “regalo” a los refugiados de Palestina lo hace por la buena razón de utilizarlo para sus propios objetivos.
La propuesta de división es, parece ser, tan favorable para los judíos, presenta ciertos aspectos muy interesantes desde el punto de vista del imperialismo:
1) Las concesiones hechas al sionismo servirán de carnada para obtenerla aprobación de la mayoría de los judíos;
2) Contiene varios elementos de provocación como la de integrar Jaffa al Estado judío y rechazar un puerto a los árabes.
3) Estas provocaciones permiten a la Gran Bretaña aparecer como “el amigo de los árabes” que “combaten” por una nueva división más justa. Y enseguida esto les ayudará a tragar la amarga píldora. En otras palabras, tenemos aquí la división programada del movimiento obrero.
En resumen, la propuesta de la Comisión de las Naciones Unidas no constituye una solución ni para los judíos ni para los árabes, es una solución pura y simplemente en el interés de los países imperialistas. Los dirigentes políticos sionistas se precipitaron sobre este hueso a roer que les lanzó el imperialismo. Y los críticos sionistas “de izquierda” simulan atacar la propuesta de división so pretexto de un Estado comportando dos naciones según la Hashomer Hatzair[14] es solamente un pretexto escondiendo el derecho para los judíos de imponer sus voluntades: la inmigración de los judíos y la política sionista a los árabes sin su consentimiento y contra su voluntad.
¿Y el Partido Comunista de Palestina? Parece ser que espera una solución “justa” por parte de las Naciones Unidas. De todos modos, él continua teniendo ilusiones en las Naciones unidas y en este sentido, él ayuda a camuflar y a aplicar los planes del imperialismo.
Contra todo esto, nosotros decimos: ¡no caigamos en la trampa! La solución del problema judío, así como la solución de los problemas en este país no vendrán “de arriba”, de las Naciones Unidas, ni de ninguna institución imperialista. ¡No es la amenaza de la “lucha”; del “terror” o la “presión” moral que hará soltar lastre al imperialismo y lo hará abandonar sus intereses vitales en la región (los ingresos del petróleo han aportado dividendos de por lo menos 60% este año)!
Para resolver el problema judío, para liberarnos del peso del imperialismo, solamente hay una solución: la guerra de clase común con nuestros hermanos árabes, una guerra que es un eslabón de la guerra antiimperialista de las masas oprimidas en todo el Oriente árabe y en todo el mundo.
Es la división que da fuerza al imperialismo –es la unidad de clase a nivel internacional que hace la nuestra.
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[1] Leer al respecto la declaración de la IV Internacional de 1993.
[2] Es decir la Palestina en la época del « mandato », la de la dominación colonial británica (1920-1948).
[3] Corriente ultra minoritaria entre las masas judías oprimidas de Europa hasta la Segunda Guerra Mundial, el sionismo era combatido por todas las corrientes del movimiento obrero, en particular en Europa del Este y en Rusia. El viejo Bund, partido obrero judío de Polonia y del Imperio zarista, afirma en su IV Congreso, contra el sionismo, que “la creación de un territorio para el pueblo judío no puede pretender a resolver la cuestión judía”.
[4] “Dividir para reinar” consigna de las clases dominantes desde el Imperio romano.
[5] Henri Laurens, El Regreso de los exiliados. La Lucha por la Palestina de 1869 a 1997.
[6] Instancia representando a la burguesía y a los palestinos feudales
[7] La Nakba, catástrofe en árabe, de 1948: al menos 780 000 palestinos fueron expulsados de sus tierras.
[8] Efendis, término turco que data de la época de la ocupación otomana y designa a los representantes de las clases privilegiadas.
[9] Citado en La Solución del problema de los refugiados, septiembre de 1967.
[10] Ora Corend y Nadan Feldman, “US Aid to Israel Totals $233.7b Over Six Decades”, Haaretz , 20 de marzo de 2013
[11] Matanza cometida el 12 de agosto de 1976 por las Falanges libanesas en el campo de refugiados palestinos de Tel-el-Zaatar, en el noroeste de Beirut (Líbano). El régimen de Hafez el Assad, cuyas tropas se encontraban a proximidad del campo decidió no intervenir.
[12] Milicia paramilitar sionista creada en 1920 y que constituirá en 19448 la armadura del ejército israelita.
[13] Lake Success: localidad cercana a Nueva York donde fue negociado el estatuto de Palestina por la ONU en 1947.
[14] Organización sionista de « izquierda ».